C'est le vie.


Y sentir que todo se marchita, se vuelve a repetir esa sensación de vacío inmenso. El invierno florece por mi piel desterrando el cálido verano que me inundaba últimamente. Los rosales y los almendros en flor han sido sustituidos por una casa fría y sin ventanas. Pero no sé de qué me sorprendo. Era de esperar que esto ocurriese, me lo habían susurrado mis sueños. Esa sensación... como cuando esperas un móvil nuevo y en vez de eso solamente recibes un par de calcetines. O cuando hinchas un globo con todas tus fuerzas y de repente se explota. Cuando estás en la feria y un niño le insiste al padre hasta la saciedad que le compre un peluche en el primer puesto para que al final resulte ser solo un trozo de tela sucio y roído. ¿Sabes qué? Yo seguiré enamorándome del viento. Seguiré imaginándome historias en cada rincón de éste mundo que no conozco. Pintaré de azul las ventanas de esa casa que no tengo. Me dejaré invitar por un desconocido a un café y me pondré roja, si, eso que nunca he hecho contigo, solamente por que me diga que tengo unos ojos bonitos. Y así es la vida, un ir y venir de pequeñas cosas. Pero debería aprender a no encapricharme de cosas que no están a mi alcance.