A viajar por cielos sin destino.



Tú siempre me decías tantas cosas... y yo allí, viendo rosas en el fondo del vaso en silencio. El sonido del autobús siempre era el mismo al entrar en el túnel y nada más salir aparecía el monte vestido de domingo. He dado la vuelta la mundo tantas veces que los aviones me saludan cuando paso. En soledad, mientras todo el mundo charla, se levanta, se sienta y yo aquí, perdiendo al vista en una canción rayada. He escrito tantas veces acerca del tiempo y de cómo se clavan sus agujas en cualquier reloj que ya soy inmune a los días... a las noches. Las historias se escapan entre los dedos y el mundo inundado de sonrisas. ¿Sabes que cuándo capturas un momento, otro se escapa, y viceversa? Y entre vestidos bonitos y carreteras secundarias me bebo trago a trago la vida. Y con el comienzo del año espero vivir la primera de cientos de aventuras, apuntando cada mínimo detalle en las palmas de mis manos, por si se me olvida. Por si se me olvida que lo más importante es el segundo que acaba de pasar y los que vienen. 

'Y aprendiste que las horas no duran lo mismo en todos los paralelos,
que un instante es toda una vida, y una vida, a veces, un instante.
Es cierto. El tiempo es una flecha, a menudo implacable, ensartando corazones tallados en la corteza de los días. Pero, a veces -con el tiempo lo descubriste- es como un río,
que redondea las aristas de las piedras que habitan su cuenca,
esas que, finalmente, un niño encuentra en la playa y guarda entre conchas.'
~Ismael Serrano.