El tiempo no perdona.



Levantarse con el olor que te despertaba hace años. Mientras la leche está hirviendo en el cazo más viejo del mundo y el café se hace... en la televisión aparecen dibujos que te hacen sonreír. Te sientas, posiblemente, en el mismo sitio de siempre... quizá unos años mayor, con la vista más cansada, las manos más curtidas y la sonrisa... la sonrisa menos ingenua.