Sueña, sueñame.


Hay días en los que te levantas feliz sin saber por qué, y encima descubres una canción que te hace volar, como siempre, como nunca. Esos días suelen ir de puta madre. De repente todo se vuelve de colores y dejas de ver en gama gris, y lo único que importa es tu sonrisa. Repentinamente los cuentos empiezan a tener un final feliz. ¿Sabes? Hoy conquistaré todos los rincones de tu sonrisa, dibujaré mis expectativas en las líneas de mis manos para tenerlas siempre a la vista, escribiré mensajes en los cristales que sólo puedan leerse con el vaho de un baño caliente, impregnaré mi habitación con letras que me evoquen tus lunares, elegiré el camino difícil y la opción correcta, y cuando parezca que voy a romperme en mil pedazos el puzle volverá a reconstruirse. No importará si los domingos son el mejor día de la semana. ¿Y si no nos despertamos nunca? Tan sólo acércate, acércate y déjame surcar cada poro de tu piel como un navío a la deriva. Me perderé en tu espalda cada vez que me abraces, olvidaré el rumbo deslizándome en tu cuello y repasaré mentalmente cada centímetro de tu piel hasta memorizarlo por si algún día te escapas.