Y no, no soy valiente.

Algo se ha roto y eso no lo notas por el sonido de tu corazón al ser pisoteado por ti misma, lo notas en el ambiente, en las horas vacías que no saber cómo ni por dónde rellenar, en las miradas tristes, en los temblores de tus labios por las lágrimas contenidas o en los pensamientos de las tardes de domingo. 
Si, algo se ha roto.
Tal vez se ha roto el brillo de mi mirada al cruzarse con tus ojos o mis pensamientos invernales, mis ganas de verte reír por que sí. Tal vez se haya roto la distancia descomunal que nos separaba, haciéndose un poco más pequeña. 
Hoy me he hecho un nudo en los tacones y me he caído cada vez que intentaba levantarme. Sin embargo, el nudo de mis manos... ese que hice en señal de esperanza, alegría o ilusión, se deshace poco a poco... Hay que ver lo que cuesta hacer las cosas y lo fácil que es deshacerlas. 
Si tuviera el valor suficiente, me cortaba el pelo y cogía el primer avión hacia Otawa.
Vivir en una cabaña, justo en el límite y sin esperar a nadie, ni siquiera a la casualidad de mi vida.