Se congelarán mis suspiros.


Sentada en una roca muy lejos del mundo, muy cerca de la montaña. Y a mi oído llegaron los susurros del viento entre los árboles. Todos los sueños que intento olvidar. Todas las veces que el corazón se puso un vestido rojo queriendo ir a tu encuentro. La fiesta en la que nuestros corazones se besan olvidando el reloj. Cada brisa me devolvía un 'te quiero' que no pudiste escuchar por el miedo, las canciones que te dediqué y no sentiste como nuestras. La lista de películas que tengo con tu nombre junto al mío. El bolígrafo cansado de escribir historias, las lágrimas en la servilleta de algún bar, las ganas perdiendo. La batalla que me propuse ganar, y el destino sonriendo burlón. Cada una de las huellas que dejé sobre la tierra mojada, similar a la que hemos pisado esta semana, en la que dejé un corazón que seguro, al día siguiente se llevo la tormenta. Quise arrojar toda mi angustia al fondo del río, que se encontrara con algún pez que acaba de olvidar sus sueños y me devolviera sonrisas. Que tu nombre parpadeara en la pantalla de mi móvil, y tú, borracho desde la placita de siempre me contaras que no puedes pasar más días sin mi. Que tus labios susurran mi nombre cuando pisas los lugares compartidos. Perno no sonó, nunca suena. Y voy a empaquetar mis ilusiones y las colocaré en el último cajón de la estantería. Me muero de ganas por tenerte cerca, y un corazón que a penas late, no vive. Pero se me paró el reloj a las 00:00. Y ya nadie vendrá a darle cuerda.